El retinoblastoma es el tumor intraocular maligno más común en niños y en Chile hay un promedio de 10 a 15 casos al año. Conoce aquí sus características y cómo detectarlo.
El doctor Francisco Conte, oftalmólogo del Centro de la Visión – Red Centro Oftalmológico Láser, explica que este tumor que se origina en la retina, ataca la mayoría de las veces a un solo ojo, pero que en cerca del 30% de los casos puede afectar bilateralmente.
La población más afectada por esta patología son niños menores de 5 años, especialmente los menores de dos. “Este cáncer debe ser detectado y tratado en forma temprana, ya que no sólo pone en peligro la visión, sino también la vida del paciente por la capacidad de diseminación que posee”, advierte el especialista.
¿Cuáles son los síntomas del retinoblastoma?
Debido a que afecta con más frecuencia a lactantes y niños pequeños, los síntomas son más complejos de detectar; sin embargo, el doctor Conte detalla las siguientes alertas que pueden llamar la atención de los padres:
Presentación de leucocoria o pupila blanca. Corresponde al blanqueamiento del rojo pupilar o una parte de él; que es el reflejo de la luz de la retina a medida que pasa por la pupila y otros medios transparentes del globo ocular. “El ejemplo más frecuente de leucocoria es cuando aparece una pupila blanca en vez del habitual ojo rojo que puede aparecer en una foto con flash”, explica el especialista. Por ello, es muy importante que el médico pediatra busque la presencia de un rojo pupilar normal en los controles pediátricos de rutina, en especial, de los dos primeros años de vida.
Algunos niños con retinoblastoma presentan estrabismo o desviación de los ojos como primera manifestación. Es por ello que todos los niños con estrabismo deben ser evaluados a través de un examen de pupila dilatada para descartar la presencia de retinoblastoma.
Otro signo, muy inespecífico, es la presencia de ojo rojo.
Cuando la enfermedad está muy avanzada y ha invadido todo el globo ocular, pueden presentarse otros síntomas como inflamación en torno al ojo.
Este tipo de tumores tienen un fuerte componente hereditario, por lo que se recomienda estar alerta y realizar exámenes de detección para todos los hermanos y descendientes de aquellos pacientes con antecedentes, además de consejo genético de ser necesario.
¿Cómo se trata?
La gran mayoría de los pacientes que presentan retinoblastoma, se pueden curar si el cáncer no se ha extendido más allá del ojo. Mientras más precoz se haga el diagnóstico, mayor probabilidad de salvar la vida, el ojo y la visión del paciente.
El tipo de tratamiento depende de varios factores: si es unilateral o bilateral; la ubicación y tamaño del tumor en el ojo; la presencia de diseminación más allá del globo ocular y el pronóstico visual estimado para cada ojo comprometido.
El manejo del retinoblastoma involucra métodos estratégicamente elegidos:
> Cirugía: Extirpación del ojo en algunos casos de diseminación del tumor al resto del organismo.
> Quimioterapia: La quimioterapia para el retinoblastoma puede involucrar varios métodos diferentes, incluidas la vía intravenosa, intraarterial, periocular e intraocular.
> Terapia focal: Tratamiento con láser, destrucción térmica, o por congelación (o crioterapia) del tumor.
> Radiación en placa (o braquiterapia): Implantación de una placa externa al ojo con material radioactivo en el área del tumor, de manera que la radiación sólo actúe en forma localizada.
El doctor Francisco Conte señala que, debido a su complejidad, “el retinoblastoma debe ser manejado por un equipo médico que involucra a oftalmólogos, oncólogos, genetistas, protesistas, enfermeras y profesionales de la salud mental”. Agrega que la recuperación dependerá de la severidad del tumor y del tipo de tratamiento que reciba. Si bien es difícil que ocurra, el mayor riesgo de una recaída es en los primeros cinco años de vida.
“Sin embargo, de igual forma, el retinoblastoma incluso puede regresar años más tarde, por lo que el seguimiento continuo es esencial para un niño al que se le ha diagnosticado esta patología, tanto para detectar a tiempo una eventual recaída como para descartar la aparición de tumores secundarios en otras partes del organismo durante la vida del paciente que se sabe que pueden asociarse al retinoblastoma”, concluye.