La queratoplastia o trasplante de córnea, es un procedimiento quirúrgico utilizado para tratar diversas afecciones de la córnea.
La córnea es la capa transparente en forma de cúpula en la parte frontal del ojo que ayuda a enfocar la luz en la retina. Si la córnea está dañada o enferma, puede afectar severamente la visión y causar diversos tipos de molestias. Existen distintos tipos de queratoplastia, pero todas implican la extracción y reemplazo con tejido de donante fallecido. El tipo de queratoplastia utilizado depende de la región afectada de la córnea, tratando patologías como el Queratocono, cicatrices corneales, distrofias corneales o alteraciones postquirúrgicas, por ejemplo, posterior a una cirugía de cataratas. Antes de la cirugía, se lleva a cabo una evaluación completa del ojo para determinar si la queratoplastia es la mejor opción de tratamiento, puesto que existen múltiples alternativas previas al trasplante. Las cuales deben ser evaluadas caso a caso. Durante la cirugía, se extrae la parte enferma o dañada de la córnea, que puede ser total ( queratoplastia penetrante) o parcial ( queratoplastia lamelar). Y se reemplaza con tejido donado. El injerto de córnea se mantiene en su lugar con suturas finas o con aire, dependiendo del tipo de queratoplastia. Posteriormente se cubre con un vendaje suave y protector ocular. Después de la cirugía, es posible que el paciente necesite usar un parche en el ojo durante unos días o se mantenga en reposo, dependiendo de la cirugía realizada. Se indican gotas para reducir la inflamación, prevenir infecciones y mejorar la hidratación corneal. Se recomienda evitar actividades físicas extenuantes y nadar durante varias semanas después de la cirugía, si bien el proceso de recuperación es largo, en general un año o más, es una cirugía segura y efectiva que ha ayudado a muchas personas a mejorar su visión. Si está experimentando problemas de visión o molestias oculares, hable con su oftalmólogo para determinar si la queratoplastia es una opción adecuada para usted.